Los reportes de la Secretaría de Minería de la Nación, estiman que para 2030 habrá al menos 60% más proyectos mineros en la Argentina que en este año y las principales inversiones irán a la extracción del litio y el oro.
La comparación con este año no resulta menor, ya que se trata de un punto de partida muy alto. De hecho, el 2021 es uno de los años con mayor crecimiento de la industria minera en el último tiempo con un registro de 74 minas de las cuales 15 están activas y 59 están en etapas de exploración, proceso previo a activar las minas. Para el 2030, se prevé un incremento a 121 proyectos.La actividad se concentrará en nueve provincias de la región andina, donde casi la mitad de la producción estará solo en Salta. Varios de los proyectos a gran escala son los comúnmente conocidos como megaminería, actividad que genera controversia por su impacto al ambiente.
En entrevista con EOL, Andrés Napoli, director de Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), comenta que en la Argentina no hay una tradición minera, y que la mayoría de los proyectos son considerados “megaminería”.
“Estamos hablando de la voladura de grandes territorios, de abrir una montaña por la mitad, de tratar los minerales con químicos y de depositarlas en el fondo de esas aberturas. Todo esto requiere agua que, por supuesto, se toma de muchos afluentes”, comenta Nápoli y agrega que este formato de minería se particulariza en la Argentina por “exportar todos los subproductos minerales”.
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Se trata de uno de los temas de debate más polémicos en el país que, como se observó en los últimos días en la provincia de Chubut, su discusión alcanzó niveles de violencia inéditos con quema de edificios públicos y hasta un diario local por considerarlo “pro minero”.
Los que apoyan la industria sostienen que las críticas ambientalistas no proponen alternativas superadoras al desarrollo de las provincias, la generación de empleo y la atracción de inversiones y que, de continuar bloqueando cada iniciativa, se condenará a estos pueblos a una situación de pobreza estructural. A su vez, incluso en la discusión ambiental, se jactan de que, para poder incrementar la generación de energías renovables en el país, es necesario aumentar fuertemente la producción minera.
A partir de una revisión de las empresas encargadas de los proyectos mineros en el país, encontramos que solo siete del total de las minas tiene inversión exclusivamente nacional y cuatro de estas pertenecen al sector público.
Por otro lado, casi la mitad de los proyectos son trasnacionales con principal inversión canadiense, seguido por las estadounidenses que controlan un 13% de la actividad. Según Nápoli, la exportación y actividad de la industria extranjera no se traduce en generación sustancial de ganancias para las provincias.
“La minería es importante para nuestro país por la generación de regalías, sin embargo, solo un 3% de lo que ganan las mineras se les paga a los gobiernos. Es cierto que las provincias muchas veces es de los pocos ingresos que tienen, pero el costo ambiental es altísimo”, declaró el director de FARN en vivo en Radio Nacional.
Oro y litio
El oro es lo que más se espera extraer (28 minas) para los próximos años y la provincia con mayor explotación es Santa Cruz. En este caso, Nápoli calcula que un 80% de la producción se va a lingotes, un 18% a joyería y un 2% a la industria.
Por otro lado, el litio parece tomar relevancia en el país. En cinco años hubo un incremento del 72% de la producción y posicionó a la Argentina en el cuarto lugar en exportación a nivel mundial. Salta concentra 13 de las 19 mineras de litio en el país, un mineral estratégico para el impulso de la electromovilidad y la transición energética.
En abril de este año, el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, afirmó que “el desarrollo de la industria del litio es la clave para que Argentina contribuya a la revolución verde que permita aportar soluciones reales al cambio climático”.
Sin embargo, el director de FARN considera que hay que poner atención a los impactos ambientales de esta industria. “Cabe aclarar que, si bien los métodos de extracción de litio son invasivos para el ambiente, esta actividad no tiene los mismos métodos de la megaminería convencional”.
Ubicación de los proyectos en las Provincias
De los 74 proyectos mineros reportados por la Secretaría de Minería, 19 están en Salta, seguido por la provincia de Santa Cruz (con 14) y San Juan (con 13). A su vez, de todos los proyectos, 15 están activos, 26 en exploración avanzada, 4 en construcción y el resto están en estudios preliminares. Esto quiere decir que hasta ahora hay pocos proyectos explotando minerales, en los próximos años se irán añadiendo nuevas minas a la lista.
Por el contrario, existen siete provincias que tienen prohibida la megaminería en su territorio: Chubut -que hace unos días ratificó la derogación de la Ley de Zonificación Minera-, Tucumán, La Pampa, San Luis, Tierra del Fuego, Mendoza y Córdoba.
Ambiente y megaminería
A partir de la revisión de las empresas mineras que tienen proyectos en la Argentina, se descubrió que la mayoría de ellos tienen apartados en donde explican la sustentabilidad ambiental de los proyectos. Entre los argumentos más repetidos se encuentra la reducción del uso del agua y la retribución social a comunidades afectadas.
A pesar de esto, varias organizaciones y universidades difieren de estas declaraciones. La Universidad de Buenos Aires, denunció el incumplimiento de Barrick Gold a las promesas hechas por parte de la empresa después de que, en 2015, anunció que utilizaría 550 litros por segundo del Río Huachi. Como este, hay cientos de casos que desde hace décadas han generado conflictos con las comunidades cercanas a la mina. El observatorio de Conflictos Mineros en América Latina calcula 28 en este país.
La minería se rige por las leyes que cada país establece. Argentina tiene un Código de Minería y tiene normas de carácter ambiental que son normas de presupuestos mínimos, como, por ejemplo, la Ley de Protección a Glaciares, pero también existen las normas provinciales. “Yo entiendo que la minería podría ser responsable si se respetan estas reglas, pero de ninguna manera podría ser sustentable”, concluye Nápoli.